enfermó de melancolía al saberse siempre eterno.
Las risas, su combustible otrora,
ahora son zumbidos trémulos incrustados en sus recuerdos.
Pasa rápido el tiempo a los ojos de un poeta casi muerto,
la tinta se ha derramado en la última tílde
de una letra compleja que no embonaba en un soneto;
el último fraseo en papel de un hombre triste.
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