Mi mirada te desnuda y mi boca que vuelve a vestir.
No hay aroma más embriagante que el de tu cuerpo al sentirse nervioso.
Los ojos serenos, con un toque de espada te hace trizas sin parpadear.
A bajar la guardia en pos de una mirada asesina, en pos de las reacciones por mi mirada intranquila
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